3. COMBATE ESPIRITUAL
Por lo tanto, nuestra vocación es "combate". Si Jesús tuvo que combatir» nosotros que somos sus discípulos también, porque no es "mayor el discípulo que su Maestro"•
Y al enemigo se lo combate BUSCANDOLO y DESCUBRIENDOLO y ATACANDOLO. Pero como es tan sagaz y, casi siempre, viene cubierto con "piel de oveja", en los momentos que somos tentados por la cerrazón, la vergüenza, el temor y la inseguridad, debemos abrirnos a nuestro grupo, a nuestros dirigentes al sacerdote, sobre todo a Jesús en la oración diciéndole con todo el corazón: "líbranos, Señor, de todo mal".
Somos amigos y compañeros para un' combate, por eso, somos también soldados de Jesús, pero no para engolosinarnos con el cuartel, sino para ir al frente, a la lucha; sabiendo que tenemos la seguridad del triunfo, por que Cristo "ha vencido al pecado y a la muerte" de una vez para siempre y él está con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Por eso para nosotros la actitud, de lucha ya es actitud, de triunfo. Y aunque no faltarán los agoreros de la derrota, a ellos tenderemos una mano y porque estamos persuadidos de que "todos juntos triunfaremos", siendo Cristo la garantía de nuestra esperanza.
