1. EL MARCO DE LA CONVOCATORIA
Queridos “amigos y compañeros de Jesús”: con el amor más hondo y responsable con el que un padre puede hablar a sus hijos quiero dialogar con ustedes en esta tarde.
Tres vivencias religiosas motivan esta convocatoria: en primer término, el hecho histórico que realizó nuestra Comunidad Parroquial hace menos de un mes, cuando ciento veinte jóvenes de nuestro barrio al recibir el sacramento de la Confirmación se comprometieron ante Dios y su pueblo a "amar - con ayuda del Espíritu santo- a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos" a "dar testimonio de Jesús en todas partes, aunque se tenga que sufrir por eso desprecio y persecución” a "renunciar a todo lo que nos impide vivir como buenos hijos de Dios y a comportarnos como verdaderos testigos de Jesús en medio del mundo" (Ritual de Confirmación.
La segunda vivencia fue la novena dedicada a la santísima virgen María, Nuestra madre, nuestra patrona y nuestra reina, que culminó con la gran fiesta de piedad y amor del último lunes ocho. En esa larga semana la comunidad parroquial impetró por intercesión de María la gracia de un corazón humilde y sencillo como el suyo para hacer en todo momento la voluntad de Dios.
La tercera vivencia es el tiempo que vivimos, de sacrificio y oración y que debe prepararnos a un auténtico renacimiento de Jesús en nuestros corazones para apretarnos en un fuerte abrazo que exprese desde la sinceridad de nosotros mismos una "feliz Navidad".
Dios, nuestro Padre, nos ha hablado y nos está hablando.
No escucharlo significaría pecado de OMISION. No responderle: pecado de TRAICION. Responderle a medias o según nuestros exclusivos intereses personales sería pecado de MENTIRA y FALSEDAD. En cualquiera de los tres casos la consecuencia es la destrucción, como hombres y como comunidad; porque el fruto del pecado es la MUERTE.
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